lunes, 24 de mayo de 2010

La relatividad del tiempo

Ayer la humanidad
se vistió de un azul agua
que es azul transparente
y no existe, pero sí el reflejo
de una mirada limpia
limpia como el aire
en ocasiones irrespirable
...
y ayer la humanidad
caminó con una pierna delante
y otra detrás
saltando los baches
de un camino malditamente
empedrado
y estuvo reluciente
al sol de la mañana
entre claros de una tormenta
que se avecinaba

Hoy lo sé.
porque no he mirado el reflejo
sino la cosa en sí,
he respirado el "humo" gris
gris como las piedras del camino
y un tropiezo
y un rayo
me han dicho lo que hoy sé
....
hoy sé que la apariencia
es constante pasado
hoy sé que la verdadera locura
reside presente y escondida
en cada uno de nosotros.

jueves, 20 de mayo de 2010

Sin más

Toda aparición tiene un proceso.
Y yo no sé como procesarme ante ti.
Tú, que eres un principio
y un fin.

jueves, 13 de mayo de 2010

Arte y ciudad del siglo XXI

ATOPIA: "La humanidad tiene la sensación de que el suelo se mueve bajo los pies. Cuando el individuo ve en peligro su condición de hombre situacional se genera un malestar epidérmico que crea una sensación de nerviosismo permanente. La sintomatología de una enfermedad sobre las causas de la cual hay confusión y el remedio de la cual se desconoce."

Este nombre que acabo de definir "ATOPIA" es la denominación de la exposición que fui ayer a ver en el CCCB y cuya definición es la intención que los artistas quieren plasmar en sus obras. Ya sea fotografía, pintura, instalación, videoart o escultura se ha querido reflejar este malestar en el que sume al hombre en la sociedad individualista en la que vive y que se desvía de lo utópico, creando pesadillas en el subsconciente. La ciudad crece y el individualismo se masifica produciendo sueños que no existen. La ciudad soñada nos decepciona. Vemos que las grandes construcciones imperan sobre los ghettos y que nos encontramos como pequeñas piezas dentro de un puzzle de metal.

Hemos creado un nuevo término delante de todos los que vendrán:














miércoles, 5 de mayo de 2010

La inocencia de abrir la ventana

He abierto la ventana para darme aire y he mirado hacia abajo. He podido divisar las sombras grises, las calles mugrientas de pensamientos estigmatizados, de conversaciones permormativas sin formación, de transmisiones de informaciones sesgadas, de todo cuanto estaba cercano, allí, debajo de la ventana abierta. Y he cerrado los ojos un momento...

Luego he querido ir más allá y he cogido unos prismáticos. No he podido observar ninguna mejora allá a lo lejos, en el horizonte. Veo que hay guerras porque los hombres no saben hablar, no saben gestionar el poder de la palabra tan pura fuera de las bocas sangrientas, de las bocas secas de tanto aire. Veo que las personas discuten solo porque son diferentes, porque no saben apreciar las formas ni los colores del otro y hacen críticas destructivas a verdaderas obras de arte en carne viva. Veo productos que hablan por si solos y también por nosotros; aquellos que nos quitan todos los fonemas para formar adjetivos como "brillante, fantástico, maravilloso, bonito, bello, único...." y se presentan perfectos en nuestras pobres cabezas huecas. Veo a dos personas que representan la "unión de la mano" y me fastidia que sean tan diferentes porque así lo hemos creado. Hemos creado al Adán y Eva infinitos cada uno con sus respectivos genitales. Y creemos que sus sexos superficiales son la representación del amor único.

He visto más cosas que ya no recuerdo. He cerrado la ventana como si el aire viniese de dentro y me he sentado en la cama. He cerrado los ojos y he querido creer que todo lo dentro es mucho mejor. Y así he estado un rato con los prismáticos resbalándome de los dedos.