No sé que me pasa últimamente que
por las noches sueño mucho, tanto si duermo somníferamente como si padezco
insomnio intermitente.
Sueño con imágenes vívidas, tan
vívidas que incluso puedo llegar a confundir levemente aspectos de mi realidad
con el mundo imaginario que me aguarda por las noches. A veces, durante la
vigilia, pregunto a mi alrededor cosas como: Si hombre, si me dijiste aquello…. o No te acuerdas que tú… A lo que las personas a las que me dirijo me
miran con extrañeza ante mis “invenciones” (para ellos así lo son) y es cuando
les digo Ay, quizá lo he soñado. Tal
es así que se ha vuelto una coletilla casi enfermiza e impermeable en mi mar
dialéctico.
Ahora tengo una nueva libreta donde apunto los recuerdos de mis sueños para así evitar las mayores confusiones posibles (que no son tantas); y digo
recuerdos porque narrar un sueño completo no es una tarea apta para el estado
consciente.
La mayoría de veces sueño en
color, predominando el azul sobre el negro o lo oscuro, y el negro predominando
sobre la tipología restante; aunque a veces no recuerdo los colores porque se
asemejan demasiado a la realidad.
12/09/11. Las paredes tienen unos tonos azules increíbles, aquí un tono
azul marino, aquí un tono azul turquesa. Entro en el baño nerviosa esperando
algo. El baño, a diferencia de la decoración modernista que envuelve el
edificio entero, es de diseño moderno, muy minimalista y diminuto. Alguien me
tiene que llamar. Se lo digo a mi amiga Marisa y le cuento que me tiene que
llamar Pedro, la primera persona que me dejó. Saco el móvil. Le digo a mi amiga
que es nuevo porque tiene Internet pero en apariencia es muy antiguo, incluso
tiene la pantalla en blanco y negro. De todas formas a mí me gusta.
Vuelvo a concentrarme en la llamada esperada, bajo las escaleras y me
lo encuentro allí, rozándome con su hombro en un rellano estrecho.
Muchas veces tengo sueños
oscuros, viscerales o misteriosos en los que sólo aparezco yo pero siempre hay
otro que intenta hacerme algún daño o viceversa. Sueños de sangre o de
agitación psicológica en lo oscuro.
10/09/11. Podría estar en un
bosque totalmente a oscuras de no ser por la luz tenue de la luna. En medio del
bosque pasa una carretera. Yo me mueve entre el bosque y la carretera, de todas
formas en paisaje no está bien definido. Sólo puedo verme a mí con los ojos muy
abiertos, asustada y preocupada porque tengo la sensación de que alguien quiere
atraparme. No paro de moverme de un lado hacia otro, huyendo de aquello que me
persigue hasta que siento una desesperación inmensa por despertarme y es
entonces cuando entro dentro de un sueño en el mismo sueño y tumbada en la cama
intento despertarme con el dedo índice y pulgar a modo de pinza para separar el
párpado de un ojo y así abrirlo. En este sueño estoy igualmente a oscuras y
vuelvo a sentir la intranquilidad de alguien que me persigue para hacerme daño.
Puedo notarlo cada vez más cerca, cada vez más…hasta que siento su mano en mi
brazo. Quiero chillar de pánico para que alguien me ayude a poder despertarme.
Estoy aterrorizada porque estoy convencida del mal que me aguarda. Me despierto
de golpe (esta vez de verdad) con la sensación de no querer volver al sueño, de
no querer volver a la muerte.
Otras veces mis sueños adquieren
ya no un matiz narrativo sino más bien un matiz sensitivo. Me explico: el punto
central del sueño es el tacto o la audición. Me he despertado innumerables
veces con la sensación de una caricia o de un beso o con el eco de algún sonido
que permanecía en mi sueño, normalmente un grito o una voz muy alta.
22/07/11. Estoy durmiendo y me besas como sueles hacer, dulce y
tranquilamente. En ese instante me percato levemente de tus labios y los resigo
con la comisura de los míos hasta que caigo en el beso correspondido. Es un
momento ínfimo pero hace que me despierte a medias y, entre ese paréntesis que
va de lo irreal a lo real, pienso en la posibilidad de que me hayas secuestrado
o de que hayas llamado a la puerta de mi casa para tumbarte junto a mí y
despertarme con tus suaves labios. Me despierto definitivamente, aún con la
imagen vívida de tu media sonrisa al entreabrir los ojos y con el calor de tu
cuerpo tendido junto al mío. Pero no estás y eso es algo triste.
Hasta aquí los en los sueños
ejemplificados interactúo con personas conocidas aunque en ningún momento las
he nombrado aquí, a excepción del primer ejemplo, en que he cambiado los
nombres reales por nombres ficticios. No obstante, hay a veces en que me
sorprendo de las personas que salen en mis escenarios oníricos, personas
conocidas con las cuales no he hablado nunca o personas que directamente me
invento. Como la vez en que ayudé a recoger un punto del libro a una chica que
he visto solo tres o cuatro veces o cuando me encontraba en un autobús con un
conflicto entre morenas y rubias, todas desconocidas, que no paraban de
insultarse.
De todos modos, esto no es lo más
extraño. Lo más extraño es cuando duermo, sueño y dentro del sueño, sea donde
sea donde me encuentre, siento la pesadez de la somnolencia, es decir, me
duermo dentro del sueño de una manera casi narcoléptica con lo que la narración
onírica se ve interrumpida por mi “desfallecimiento” y la lucha por intentar
levantarme y seguir con el sueño.
He tenido más sueños pero no
quiero extenderme. Con todo, a veces me pregunto si los sueños me guían o me
hacen pensar de una determinada manera para actuar o si todo son residuos a
posteriori de recuerdos, memorias, aprendizajes o deseos (de todo lo que nos
envuelve), es decir, como cita Siri Husvedt en “Elegía para un americano”: “Los sueños son una parca síntesis del mundo
que nos rodea”.
Algunos teóricos como Freud o el
psicoanálisis mismo han intentado comprender el mundo onírico como respuesta a aquellos
deseos o miedos que están reprimidos pero en la realidad, nadie sabe
exactamente de donde provienen los sueños y qué función tiene el
subconsciente/inconsciente, convirtiéndolo en la incógnita estrella de nuestro
cerebro.
A mí me gustaría pensar que los
sueños son como una especie de ejercicio mental que desarrolla la imaginación
consciente de una manera más vívida o, todo lo contrario, que es la imaginación
consciente la que consigue las imágenes que pueden llegar a ser casi
alucinatorias en los sueños. De ahí mi teoría del vínculo sueño-imaginación que
también puede ir ligado a otras actividades como a una la memoria y el
aprendizaje.
No se si nada de esto es cierto, de lo que pienso o
se dice sobre los sueños, pero eso me enseñaron ellos: todo puede ser
una invención absurda y delirante.