miércoles, 5 de mayo de 2010

La inocencia de abrir la ventana

He abierto la ventana para darme aire y he mirado hacia abajo. He podido divisar las sombras grises, las calles mugrientas de pensamientos estigmatizados, de conversaciones permormativas sin formación, de transmisiones de informaciones sesgadas, de todo cuanto estaba cercano, allí, debajo de la ventana abierta. Y he cerrado los ojos un momento...

Luego he querido ir más allá y he cogido unos prismáticos. No he podido observar ninguna mejora allá a lo lejos, en el horizonte. Veo que hay guerras porque los hombres no saben hablar, no saben gestionar el poder de la palabra tan pura fuera de las bocas sangrientas, de las bocas secas de tanto aire. Veo que las personas discuten solo porque son diferentes, porque no saben apreciar las formas ni los colores del otro y hacen críticas destructivas a verdaderas obras de arte en carne viva. Veo productos que hablan por si solos y también por nosotros; aquellos que nos quitan todos los fonemas para formar adjetivos como "brillante, fantástico, maravilloso, bonito, bello, único...." y se presentan perfectos en nuestras pobres cabezas huecas. Veo a dos personas que representan la "unión de la mano" y me fastidia que sean tan diferentes porque así lo hemos creado. Hemos creado al Adán y Eva infinitos cada uno con sus respectivos genitales. Y creemos que sus sexos superficiales son la representación del amor único.

He visto más cosas que ya no recuerdo. He cerrado la ventana como si el aire viniese de dentro y me he sentado en la cama. He cerrado los ojos y he querido creer que todo lo dentro es mucho mejor. Y así he estado un rato con los prismáticos resbalándome de los dedos.

1 comentario:

  1. a veces ver la realidad tal y como es da vértigo, aunque siempre hay que saber donde estamos y para eso es necesario observar dentro, si no, estamos perdidos

    publicado en 12:51, numero peculiar...diselo a los Strokes

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