jueves, 26 de noviembre de 2009

El soporte de la escritura

Eres tú y tu mano vieja que se preparan para escribirla como tantas otras veces hicisteis.
Antes de empezar siempre te la miras desde todas las perspectivas. Su extrema palidez y finura te entristecen.
Sabes que su atracción es tan fuerte como para brindarle todo un universo, que es tuyo. Pero no sabes como empezar.

Te sientes anonadado por su mirada blanca y neutral pero, a la vez, no puedes evitar sentirte amenazado, como si desde su superficie lisa te apuntase con un fusil. "Lléname, lléname..." resuena una voz en tu cabeza.

Si solo quieres darle un poco de vida...ofrecerle una chispa de alma que se propagará como fuego y construirá una historia compartida, la que evoques en ella, la que saques de ti mismo.
El impulso es tan grande como un escupitajo que la manche y omita ese vacío que trasmite.

Bueno, te tranquilizas, abres la mente, cierras los ojos y los sonidos se vuelven opacos a tu alrededor. Sostienes tu pluma y empiezas: una palabra detrás de otra y otra y otra... No puedes parar. El éxtasis se ha apoderado de ti. No paras de correr la tinta por su cuerpo uniforme llenándola de impureza.
Ahora por fin, estáis solos en el mundo, desaparecéis sin saber exactamente dónde, entre las lineas que vas construyéndole.

Fin. Has acabado. Esperas una respuesta suya pero no sabe hablar por sí sola. Así que por los dos y mirándola fijamente empiezas:

"Eres tú y tu mano vieja que se preparan para escribirla como tantas otras veces hicisteis".

domingo, 22 de noviembre de 2009

Lo corto al mediodía

Será un día asqueroso
con sábanas manchadas
de un ayer oscuro
y esto aquello lo otro
pegajoso en mi cráneo

martes, 17 de noviembre de 2009

Los lunes con Chéjov

Os hablaré de mis lunes con Chéjov y con los demás.
Como cada día a principios de semana a eso de las 7 y media me siento alrededor de una mesa mal rectangulada. Más que una mesa es una conjunción cuadrada un tanto asimétrica.
Yo me siento en un extremo, en mi sitio que es implícito. Como todos los sitios que hacemos nuestros. L. nos mira y habla, reparte las hojas...
Y ahí está él expresándose con los años en la superficie del papel:
"La capital está envuelta en las penumbras vespertinas. La nieve cae lentamente en gruesos copos, gira alrededor de los faroles encendidos, se extiende, fina, blanda capa, sobre los tejados..."
Se acaba el cuento y salimos de la historia. Empezamos a criticar a Chéjov a sus espaldas. Críticas y más críticas, en su mayoría buenas y constructivas pero él no responde a lo que ya está construido.
Yo no digo nada. No se si es mi condición biológica de mujer o el día que oscurece temprano, pero la tristeza del cuento me ha contaminado y me ha nublado. Mi cabeza recuerda:
"Hállase sumido en sus reflexiones: un hombre o un caballo, arrancados del trabajo campestre y lanzados al infierno de una gran ciudad, como Yona y su caballo, están siempre entregados a tristes pensamientos."
Ahora les toca a los demás. El tema es la doble vida.
P. cuenta la historia de un budista-fiestero y nos reímos,
C. una historia larguísima y demasiado realista en la que me he perdido al final. Creo que era un padre-pedófilo que no quería serlo y por eso se va a Tailandia a hacer turismo sexual. Remediar lo irremediable que se dice...
Y yo:
"Hace mucho tiempo que Yona y su caballo permanecen inmóviles. La luz de los faroles se va haciendo más intensa, más brillante. El ruido aumenta."
S. ha creado una historia ya inventada: el sirviente y el amo que acaban intercambiando sus papeles. Es ingenioso y se lo damos por bueno ya que no ha visto "El sirviente".
P. cuenta un sueño demasiado descriptivo. Si todos los sueños fuesen así no dormiríamos nunca.
Pero yo:
"Yona exhala un suspiro. Experimenta una necesidad imperiosa, irresistible, de hablar de su desgracia. Casi a transcurrido una semana desde la muerte de su hijo..."
No es hasta que salgo a la calle sobre mis pisadas, que vuelvo.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Ciencia inexacta

Los respiros transformados en centerares de suspiros porque la opresión es demasiado grande. Un millar de acontecimientos se rebelan y el espacio se reduce atentando a la libertad. A la mierda la rebelión.
Y los cien ojos se han posado sobre mi sin que nadie me mire. Soy yo misma mutiplicada miles de veces, lo que hace multiplicar mi visión.
Y divido mi pecho para desangrarlo, bebo sangre de mi propia sangre, litros y más litros. Me sacio.
Hay que joderse.
Y hay un cero en mi cabeza por alteración de cantidades que se eliminan entre ellas. Se dividen infinitamente hasta un punto que es la multiplicación al vacío. "Caput"


Y cincuenta veces repetiré lo mismo-empieza a contar- siempre sin cansarme.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

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Hoy es:

miles de palabras que callan
una opresión que no empuja
cabello desorbitado del insomnio
la náusea eterna, la primera creciente
un muro detrás de aquellos, de todos
la barrera que precede al muro
la capa original, que es de ajo
nada más sin nada menos
el puño con la mano abierta
la asfixia del impedimento
tu barba callando
mis ojos diciendo:

"Hoy es:
miles de palabras que callan..."

lunes, 2 de noviembre de 2009

La consecuencia de auster

Nunca descansaba bien.
Se despertaba a intervalos irregulares, unas cinco veces por noche. Como si tuviera un mecanismo de alerta en su cabeza que no la dejase dormir apaciblemente y soñar.
Cuando se dormía, las imágenes se convertían en puntos que requerían de su atención, y era en esos momentos cuando ella se despertaba aturdida.
Encendía la luz para comprobar que estaba despierta y la cerraba al instante, acurrucándose al máximo para que el sueño volviese a penetrar en ella. Deseando irse para no volver, cuando toda la oscuridad de la habitación la atrapaba y la convertía en nada más que eso, en la ausencia de luz, en la nada.
Pero otra vez ocurría lo mismo, abría los ojos y el "desvanecimiento" desaparecía.
Ya no hay remedio...
Siempre sería ella, siempre en cuerpo y mente presentes.