domingo, 14 de noviembre de 2010

Los sábados

Dulce mañana de sábado
abro la reticente verja de la pastelería
con las manos heladas y los ojos caídos
me cambio y visto delantal negro, jersey rojo
barro suelos y limpio cristales
barro suelos y limpio cristales
mientras las muñecas me miran inertes en sus vitrinas

Detrás del gran mostrador cristalino
quieta, parezco una venta más
observándome, observando
observándome, observando
viandantes que pasan de lado:

una señora se para en el reflejo
porque ha olvidado dar vida a sus labios
se los pinta y sigue pensando
"hoy quizá tendré un día mejor".
Un niño aplasta emocionado
las palmas en el vidrio,
le entusiasman los colores
los coloridos
los colorantes
color en su fin devorado.

Otros pasan de largo, pues
hoy no es día de gastar la perra
y no entran. Otros entran,
y compran
y compran
pasteles a 30 el kilo
bombones a 50

vaciándose, llenándose
vaciándose, llenándose
vaciándose, llenándose...

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