piel escarchada
ojos cerrados como huevos,
nadie dijo que fuera vida
Gritas mi nombre
Resurrección desesperada
de mi callado
pienso en un grito
que no oigo
Gritas mi nombre
Acostada
en esta opacidad
la cáscara rompiéndose
amaneciendo un nuevo día que no es
Gritas mi nombre,
se te escapa desalentador
Nadie dijo que fuera vida.
Nadie dijo que era vida..., cierto.
ResponderEliminarMás, cuando gritas un nombre y no piensas ni en el sonido del grito.
Anclar en la inconsciencia es un riesgo poco medido.
Y los ojos cerrados no tienen como ser abiertos, sin la necesidad del brusco y angustioso despertar, cuando la cáscara se quiebra para ni se sabe qué...
Es lo que tiene despertar sin haberse dormido de veras.