martes, 12 de octubre de 2010

Tú, vieja compañera

Buscando y poniendo en orden algunos documentos que creí perdidos me he topado con algo que escribí y que, al releerlo ha adquirido una nueva forma en mi memoria:

Es la fuerza del reinicio.

Tú, que me convertiste en razón de ser, viniste, te fuiste y volviste como un viajero extraviado.
Tú, que estuviste cuando todavía yo no era. Antes, en forma de amor y odio estereotipado, en forma de nubes que rimaban con coches, de innocencia y de causas perdidas de porque si, de porque no.
Tú, que cuando te fuiste para volver me dejaste dentro de una habitación con cuatro paredes blancas, sin un rumbo fijo, en una sucesión de instantes ininteligibles llenos de sandeces y de questiones sin resolver, ahogada en charcos de caminos sin indicaciones.
Tú, que de repente vuelves a mi, me conviertes en la persona que ahora mismo soy o almenos en lo que no era. En una esencia innata, de colores vivos en cuadros desmesurados, de trazos fuertes, alejados de cualquier extrañeza y a la vez dotados de ella, de aventuras irreales y de conceptos insistentes.
Tú, que volviste y ahora estás, que me haces ser, estar completamente plena, consciente en este mundo que no es de nadie.
Tú, que ahora me cedes un rincón de este perímetro infinito para hacer lo que me plazca.
Tú, que eres persona, un soplo de aire frío, una visión desde las alturas, una canción, una sensación....que no tienes nombre...
Eh, Tú! Desaz la maleta y quedate aquí.



Para acompañar este reincio, un gran trompetista:

No hay comentarios:

Publicar un comentario