sábado, 10 de octubre de 2009

reflexión desastre

La vida asombra a cualquiera porque ello forma parte del universo. Alguien se inventó un juego sin reglas y aquí estamos nosotros, fichas movidas por un tal Destino sin acreditación. Sufrimos una constante estrategia perversa y sin sentido. La trampa es un regalo.

Nunca he creído que pudiesen pasar tantas cosas por un espacio breve de tiempo. Una va andando despacio y, de repente, se encuentra con un agujero inmenso al doblar la esquina. La inutilidad se apodera de ti porque la reacción viene después de la consecuencia, dejándote sin posibilidad de retroceso y te aterizas y ya no sabes cómo reaccionar porque no puedes. Mala suerte, se dice.

Pienso en los momentos que he vivido. Pienso en momentos "felices" y "tristes", y me doy cuenta de que esa clasificación no existe y está llena de vulgaridad. A más momentos felices más felicidad, esa es la correlación positiva. A más momentos tristes menos felicidad, esa es la correlación negativa. Pues vaya...
Las etiquetas sirven para establecer un orden con sentido pero también para crear el conflicto, estableciendo límites. Esos límites que se rompen, se rompen, se rompen...



A todo esto sin orden ni mando, me gustaría ser ese tal Destino, tomar una pluma y reescribir el mundo.

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