domingo, 20 de diciembre de 2009

Cuando los genes se reencuentran

Oficialmente en mi casa es navidad. Hoy se ha celebrado la primera comida navideña porque sino la cosa queda descompensada, es decir que veríamos más parte de una familia o de la otra. Y claro esto no puede ser, o todos por igual o estalla el conflicto.

Miro la escena mientras como: el tío que no se callan ni debajo del agua, primos que gritan y te tocan tus cosas, tu madre histérica porque tiene mucha faena, el nuevo novio de tu prima al que nadie hace mucho caso, el novio de tu tía que cree saberlo todo y en realidad le faltan 5 minutos...
Es como si fuese una comedia. Todo el mundo habla. Se mezclan las conversaciones y empieza el caos. Creo que es en los sitios en los que más personalidades he visto que choquen. Pero es divertido.

Mi tía se prepara para contar uno de sus chistes verdes que ya no recuerdo. Todos nos reímos menos los niños que saltan y brincan por los sofás imaginándose mundos paralelos. Mi tío, que no puede ser menos, cuenta otro que costaba de pillar y nadie se ríe al principio. Y luego, cuando el chiste toma su sentido, se ríen. Creo que me hizo más gracia ese silencio intermedio.

Yo no sé con quien hablar. A mi derecha esta el nuevo novio de mi prima que conozco muy poco y a mi izquierda mi otra tía con la que sí hablo pero con pausas que me dejan sin un hilo de conversación y me pierdo. Enfrente tengo al novio de mi tía chistosa, al que en mi casa llamamos "el gigante" que hace dos como yo de alto. Lo ignoro porque cada palabra suya retumba en mi cabeza de forma desagradable ya por su tono de voz demasiado alto como por el sinsetido de lo que intenta decir.

Me estoy aburriendo, además tengo resaca. Y cuando ya me estoy a punto de ir a mi habitación a hacer algo de provecho mi tío (el prepotente y perfeccionista) me coje por banda y empieza hablarme. Me cuenta los obstáculos con los que se está encontrando al educar a sus hijos, sobretodo a mi prima, adelantada a la adolescencia. Le digo que cada vez los jóvenes se hacen más mayores y que es normal que tenga quebraderos de cabeza porque nadie le ha enseñado a ser padre. Él cree que no puede privar a sus hijos de nada porque él también a sido joven y, para mi sorpresa, un revolucionario. No puedo aconsejarle mucho más porque siento que me encuentro entre el educador y el educado.
Luego, no se cómo, acabamos hablando de la inseguridad y me dice que es una gran piedra para el camino de cualquier persona. No podría estar más de acuerdo. Me cuenta que, frente a cualquier proposición que requiera una inversión en su empresa, es el abogado del diablo porque necesita saber si las proposiciones están bien elaboradas y pensadas y que eso es síntoma de seguridad. Vamos, que es el cabrón que hace las preguntas más quisquillosas. Pero admiro su seguridad. Ha despertado mi interés y mis ganas de chutar piedras. Realmente me llevo "algo" de esta conversación.

Me llaman. Bueno, me chillan. Tengo que ponerles un vídeo (sí, un VHS, a lo antiguo) a los mostruitos para que se estén quietos y no destrocen la casa. De momento han manchado todo el parquet. Además dos de ellos hacen judo y son muy fuertes.
Pongo la película y ¡funciona! Se quedan como hipnotizados. Al cabo de un cuarto de hora la emisión del vídeo empieza a fallar. No se puede ser retro o ir contra el progreso. Ahora si, les pongo un dvd. Suben el volumen y ¡que empiece el jolgorio! Todos los sonidos se mezclan. Estarán contentos los vecinos.

La cosa empieza a decaer. La gente va cerrando los ojos mientras las conversaciones se van haciendo más escasas y los tonos más lentos y suaves. La familia de mi padre es la primera en caer (el "gen estopiñà") y se van durmiendo...uno en el sofá, otro apoyado en la mesa...

A pesar de todo y de la impresión que pueda causar esta "historia anecdótica" no deseo otra familia más que esta. Tan perfectamente imperfecta.

1 comentario:

  1. La verdad es que las navidades no serían lo mismo sin esas reuniones familiares, material literario de primera, oye.

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